Ya que este es un blog abierto a todas vuestras historias, os quiero presentar a continuación una de tantas historias que me contais en confidencia en mails conmovedores, y de los que yo os animo a contar a todo el mundo porque siempre hay una historia bonita detrás y ademas es una manera con la que os desahogais en la distancia, como lo hice yo cuando empecé con este blog...
Pues la historia de Jessy merece la pena remarcar, a mi me ha conmovido especialmente, y me ha alegrado leer y se que disfrutareis ver que se puede a pesar de las malas circunstancias y todo en contra....
Sin mas os dejo con Jessy y su valiente historia que ella misma ha escrito para todas vosotras.
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Esta es la historia, una historia como tantas otras que hay en este mundo. Sin embargo esta parece ser
más especial, porque es mía y sólo mía.
Tengo 37 años y toda la odisea comenzó cuando tenía 36, hace tan solo menos de 3 meses.
Soy una mujer muy joven, y tengo un hijo que está por cumplir tres años, y un esposo maravilloso desde hace 5 años. Hace un año decidimos cambiar de residencia del DF a Monterrey por cuestiones laborales de mi esposo. Y hace 9 meses que decidimos crecer la familia y volver a embarazarnos.
En julio de 2013 nos enteramos que teníamos un mes de embarazo, y de inmediato comenzamos a
buscar un médico acá en Monterrey pues no conocíamos a nadie, no tenemos familiares o personas
conocidas en esta nueva ciudad. Afortunadamente encontramos un buen doctor que nos inspiró
confianza y seguimos los monitoreos mensuales con él. En diciembre del 2013 decidimos cambiarnos de casa a una más grande y más linda. Así que todo pintaba de maravilla: bebé nuevo, casa nueva, cada vez más amigos en la ciudad, y ¿qué más podíamos pedir?
En enero de 2014, ya con 7 meses de embarazo andando de compras con mi marido y mi hijo fui a
comprar unos brassieres de lactancia, en el vestidor me di cuenta de que tenía una masa dura en el seno
izquierdo y la piel sumida, de inmediato le dije a mi esposo: “acabo de encontrarme una bola en el seno, cuando lleguemos a la casa me voy a revisar”, y así fue, claro que me asusté, pero decidí que no me iba a apanicar hasta que viéramos al doctor. Esa misma semana fui al ginecólogo a mi cita mensual, y le comenté de la mencionada bola, el doctor me revisó y de inmediato me mandó ahí mismo en cuestión de horas a hacer una ecografía de seno.
El diagnóstico es que teníamos enfrente un Birad5, ¿un quéeeeee?, en ese momento no entendía
nada. Un poco de investigación en internet rápido me enteré que es un tumor con altas posibilidades
de ser cáncer. Al día siguiente me recibió un oncólogo, uno de los más reconocidos en la ciudad, y de
inmediato me dijo: “hay que operar”, ¿queeeeee?
Aún sin digerir la noticia, aproximadamente el 15 de enero, tenía ya programada una cirugía de
mastectomía para el 3 de febrero, y ahí se analizaría el tumor para ver si es cáncer y quitar el seno,
así sin más. Mi esposo que tenía (y tiene) la cabeza más fría decidió que deberíamos ver una segunda,
tercera y cuarta opinión, y así fue.
Fuimos a ver a otro doctor que coincidió con la necesidad de operar de inmediato, el tiempo apremiaba.
Hablamos con otro doctor, que nos recomendó a un cirujano de mama. Este doctor nos dijo: “no
vamos a operar sin antes hacer una biopsia, eso es lo correcto”. En ese momento, y a 3 días de la
cirugía cancelamos TODO y decidimos hacer la biopsia. Eso era un cambio radical de tratamiento,
procedimiento, doctor, todo. Hablamos con el primer doctor y le dijimos que cancelábamos todo y que
gracias.
Este nuevo doctor nos derivó de inmediato y al día siguiente a realizar la biopsia, para ese entonces
yo tenía 33 semanas de embarazo y el rumbo perdido. En fin, que fui a la biopsia y fue la cosa más
dolorosa que he vivido en mi vida, la anestesia no hacia efecto porque los senos de una embarazada
están muy sensibles y vascularizados así que cada piquete era una tortura que me hacía llorar y gritar
como desesperada. Yo lo único que pensaba en ese momento era en mi hijo que me estaba esperando
en la sala de espera con su papá. Me hicieron una mamografía con una falda de plomo para no dañar a
la bebé en mi vientre, me hicieron más ecografías y mil estudios.
Ese día, llegando a la casa con lágrimas en los ojos y sin poder mover el brazo izquierdo por el dolor
de la biopsia encuentro que en mi casa había un baby shower sorpresa para mi beba. Mis hermosas
amigas decidieron, junto con mi esposo, organizar una fiesta para la bebé antes de la cirugía que
supuestamente sería el lunes siguiente y que se canceló. Fue un día hermoso y horrible. Por un lado
la sorpresa de ver la casa hermosamente decorada, muchísimos amigos y amigas, y todas y todos
cooperando para que la fiesta fuera un éxito. Así que me sequé las lágrimas, me pinte los ojos, me quité
los mocos, me puse un lindo sweater y bajé a la fiesta. Cada abrazo me dolía y me gustaba y fue un día
de emociones totalmente encontradas.
El 3 de febrero llegó a casa mi suegra a ayudarnos porque “supuestamente” iba a haber una cirugía, y se quedó en casa para ayudar con mi otro hijo.
El 4 de febrero (día internacional de la lucha contra el cáncer) me llama el cirujano para darnos el
diagnóstico, efectivamente se trataba de cáncer. Fue la noticia más devastadora, aunque ya teníamos
para entonces muchísima información de otros doctores, de libros, de internet, y un doctor que nos
apoyó y explicó nuestras opciones. Nos derivó hacia un oncólogo, curiosamente en una de las clínicas
que habíamos pedido una segunda opinión pero con otro doctor.
Este oncólogo nos explicó las opciones de tratamiento y la posibilidad de iniciar de inmediato con la
quimioterapia y después pensar en una cirugía. ¿Quimioterapia? ¿qué? ¿Pues qué no se dan cuenta de
que tengo 33 semanas de embarazo? ¿Están todos locos o qué?
El doctor nos aseguró que la bebé estaría perfecta, que hay muchos estudios donde se asegura que no
hay riesgo alto para la bebe (aunque claro que siempre hay un riesgo), sin embargo tener una cesárea
en ese momento para sacarla sí podría ser muy peligroso para ella por su inmadurez. Tuvimos una
conferencia telefónica con el ginecólogo, el oncólogo y nosotros y decidimos iniciar cuanto antes la
quimio y dejar a la bebé en mi vientre hasta el momento que decidiera llegar al mundo.
El 6 de febrero iniciamos la quimioterapia sin dar marcha atrás hasta que termine. El 7 de febrero fue
mi cumpleaños y lo festejé en casa con un pastel, mi hijo, mi suegra y dos buenas amigas que vinieron a traerme un pastel y unas flores. Ese día mi esposo no pudo estar por cuestiones de trabajo.
Tenía mucho miedo por las secuelas de la quimio, por el riesgo para mi beba, por no poder cuidar a mi
otro hijo, en fin, miedos por todos lados. Sin embargo, los efectos secundarios de la quimio no han sido
tan duros, solamente me da mucho cansancio 3 días después de la aplicación. Un sueño terrible que me
manda a dormir a las 7 de la noche y 12 horas de sueño no son suficientes.
Se cayó mucho de mi pelo, no todo, pero aún así decidí raparlo porque era horrible andar tirando
cabellos por todos lados. Con mi propio cabello me hicieron una peluca, que uso sólo en algunas
ocasiones porque pica mucho y me da calor. Me he acostumbrado a usar mascadas, gorritos y
turbantes. Unos amigos del DF me mandaron 20 diferentes, de colores muy variados así que ahora
tengo para combinar con toda mi ropa.
Antes de tener la 3era ronda de quimio nos urgía que naciera la bebé, ya para entonces tenía 39
semanas de embarazo, y la posibilidad de tener otro parto natural como había sido mi primer hijo.
Todos los doctores estaban enterados del caso para tener los ojos bien abiertos y revisar a la bebé con
más severidad y profundidad. Afortunadamente el 19 de marzo nació mi beba por parto vaginal, y está
perfecta de salud y belleza. Es la niña más buena del mundo, come muy bien (leche de fórmula porque
obviamente no puedo darle pecho) y duerme de maravilla. Su hermano está feliz con su hermanita, y yo soy feliz viendo a mis dos niños sanos y contentos.
Aún me falta un ciclo de quimio (de 4), y 12 de taxol. Dicen que los efectos del taxol son menores que la quimio y espero que así sea.
Mi suegra ha sido de gran ayuda, pero ya lleva dos meses aquí y merece ir a su casa y retomar su vida
normal. Yo me siento mejor, pues el parto normal te permite recuperar muy rápido. Claro que esos días
de cansancio mortal después de la quimio me dan miedo porque estaré sola con mis dos hijos, pero
tendré que ser más fuerte de lo normal y salir adelante.
Las 12 sesiones semanales seguramente serán muy pesadas, pues tendré que estar llevando a la bebé.
Como no tenemos familia aquí en esta ciudad, la muchacha que me ayuda será mi dama de compañía y
niñera. Es un ángel la mujer, y me apoyaré en ella para los siguientes 3 meses.
Ahora mismo estoy por completar los análisis requeridos, pues embarazada no podía realizarme las
radiografías ni los estudios de contraste. Ahora ya puedo, y con eso terminamos el diagnóstico para
saber los siguientes pasos. De la cirugía no me salvo, pero si el tumor ha reducido de tamaño quizás
pueda realizarse una cirugía más conservadora y menos agresiva. Ya veremos…
Afortunadamente hemos encontrado en el camino gente maravillosa que nos ha apoyado, en el
trabajo de mi esposo han apoyado increíblemente para que el trago amargo sea menos feo, los amigos
han dado palabras de aliento y me han ayudado a levantar el ánimo, la familia (aunque lejos) han
estado al pendiente de nosotros, y mi esposo ha sido mi salvador, tramitando los seguros médicos,
acompañándome a cada consulta, consiguiendo quien me lleve y me traiga, y procurando lo mejor para
toda la familia, y sobre todo apoyándome con sus palabras de aliento, su fortaleza y su amor.
Mi vanidad ha sido afectada hasta lo más profundo, basta con decir que en algún momento de mi
juventud participé en concursos de belleza, y ahora después del embarazo con 15 kilos de más, la cabeza pelona, la panza botada, y cansancio total no soy precisamente la mujer más hermosa del mundo. Pero me he prometido a mí misma volver a ser la mujer bonita que era, o al menos sentirme así.
Pronto comenzaré alguna dieta, en cuanto me sienta más fuerte, y mi cabello comience a crecer. Ya el
futuro dirá.
Ahora lo importante es no suspender el tratamiento, echarle ganas totales y seguir adelante.
Jessy.